Mi amiga Luisa no tiene muchos familiares y casi ninguno está vivo. Por la parte de su padre le quedan vivos un tío y una tía.
Los dos fueron huérfanos de la guerra. Mataron a su padre y su madre se murió varios meses después, según le contaron fue de la pena.
Estos hermanos, junto con otros tres (uno de ellos era su padre, evidentemente) se criaron con una tía viuda, hermana del padre.
Una gran persona, la tía Lucía. Era guapa, buena y cariñosa, que se desvivió por sus sobrinos, a los que dió todo su amor y dedicó el resto de su vida a poder criarlos de la mejor manera posible, teniendo en cuenta los tiempos, primero la guerra y luego la post-guerra. Ella sólo miraba por ellos, como una madre.
El abuelo de mi amiga había sido militar y se retiró antes de empezar la guerra Civil, vivían en Madrid y debido a un chivatazo de la portera de su casa le fueron a buscar los republicanos para que se uniera al ejército y como éste no quería unirse a ninguno de los dos bandos, le mataron.
Al haber sido asesinado el padre de los niños por los republicanos, estos tuvieron más “suerte” que otros niños huérfanos de la guerra (cuyos padres fueron asesinados por el bando ganador), y los enviaron a un colegio interno de huérfanos de militares a los chicos y de religiosas a la niña. Eran cuatro hermanos y una hermana.
En ese colegio pasaron muchas penurias estos niños. La disciplina y la rigidez de esa época era terrorífica. A las seis de la mañana los hacían levantarse a darse duchas de agua fría, por la noche, sin calefacción, les obligaban a dormir con las manitas fuera de las sábanas. En fin, una disciplina y una represión tremenda, que dejó marcados a esos niños para el resto de su vida.
El tío de mi amiga que se hizo cura era un hombre guapo, apuesto, con una gran inteligencia, vital, un artista. Pintaba, hacía cerámica, era un hombre que de haberse dedicado a lo que realmente le gustaba hubiera sido seguramente un gran artista. Además, tenía una gran personalidad.
Lo tenía todo para salir adelante y con muy buen porvenir, salvo la voluntad. Esa se la habían quebrado con tanta represión, con tanta incomprensión e intolerancia desde que era un niño. Su tía no habría podido hacer nada, ya que ella era una mujer muy buena, demasiado incluso, pero no era una mujer que hubiera estudiado o que hubiera podido luchar contra esa forma de educación, que era la mejor que pudieron obtener en vista de los escasos medios que tenían y teniendo en cuenta la época en que se vívía.
A este chico cuando era adolescente le captaron y le convencieron, lavándole el cerebro, para hacerse sacerdote. Hizo el seminario convencido, estudió y se preparó como el que más e hizo sus votos. Era un buen elemento para los sacerdotes, al ser un hombre culto, muy inteligente, y con el punto de ser muy artista.
Pero claro, naturaleza manda…. El problema? Pues que tenía necesidades físicas como cualquier hijo de vecino y viniendo de la familia que venía, más necesidades, ya que en esa familia se caracterizan por muy fogosos.
Se fue a vivir a una casa de curas, donde cada uno tenía un apartamento. Esa casa de curas estaba al lado de la Iglesia, que hacía esquina, y en la vuelta de la esquina había un colegio de niñas regentado por monjas.
Una vez que ya estaba situado y ejerciendo como sacerdote, con el tiempo, su naturaleza también se fue imponiendo y con esa fogosidad que le caracterizaba metía mano, disimuladamente, a toda mujer con la que se cruzaba (incluso las sobrinas tenían mucho cuidado de darle la espalda, ya que de vez en cuando hubo roces misteriosos).
De hecho, en una comida familiar, la madre de mi amiga le tuvo que dar con un cenicero de cristal en la mano, ya que le estaba metiendo mano debajo de la mesa.
Este hombre si le hubieran dejado casarse o llevar una vida normal sexual, seguramente hasta hubiera sido un buen religioso porque al principio estaba convencido de lo que era. Pero claro, el hecho de estar tan reprimido se iba ya recrudeciendo y se empezó a notar en todo en general.
En un principio vivía solo, después la hermana (que luego fue monja y habrá que hacer un capítulo para ella sola) se separó del marido y la tía Lucía se fueron allí con él a vivir.
El además de las misas, catequesis y demás funciones que tenía que hacer como cura, también daba clases de religión en un colegio y además en su casa pintaba y se dedicaba a sus aficiones artísticas.
Tiene un recuerdo mi amiga muy lejano de esa época en que iba con sus padres y su hermana a visitarlos y en la casa, que había tres habitaciones, aparte de la cocina y e salón, le daba hasta miedo entrar en la de su tío, ya que estaba llena de libros, papeles por el suelo, cuadros por aquí y por allá, y un olor, un olor muy característico, como de viejo, igual que olía su sotana. Era un olor de algo cerrado, penetrante, como de algo encerrado en un agujero, un olor mezclado con moho, con oscuro. Un olor difícil de olvidar y de describir, pero era un olor que una vez habías salido de aquella casa lo llevabas impregnado dentro de tu nariz, incluso después de varios días de haber salido de aquella casa.
La sotana que usaba (que según las malas lenguas llevó varios años con la misma, sin cambiársela ni una vez) tenía ese mismo olor….. penetrante y repugnante, no era exactamente a podrido, más bien pútrido, algo así como “recocío”, repugnante, que te tiraba para atrás sin poderlo remediar y también muy difícil de olvidar.
Las pinturas que recuerda haber visto en su habitación eran buenas, pero todas muy oscuras, como de monstruos, siempre con mucha oscuridad, muy tétricas, nada agradables a la vista.
El tío era un hombre alto, guapo, pero poco a poco fue perdiendo esa apariencia impresionante y comenzó a tener la misma apariencia que ese olor que desprendía, repugnante.
Su recuerdo más vívido de él que tiene era una pequeñita babilla que le caía por la comisura y esos ojos penetrantes cuando la miraba, a veces demasiado cerca y diciéndola lo guapa que se estaba poniendo, o comentándole con un tono susurrante y penetrante los ojos tan bonitos que tenía, igual que los de su tía Lucia… Mi amiga cuando le hablaba así, realmente no se sentía bien, le daba repelús, añadiéndole también ese olor que tanto asco le daba.
(continuará....)

ES CURIOSO COMO CIERTAS PARTES DE NUESTRA VIDA,QUÉDAN GRABADAS EN NUESTRO SUBCONSCIENTE DE MANERA INDELEBLE(EL OLOR,ETC).
ResponderEliminarME HA GUSTADO MUCHO LA HISTORIA Y LA MANERA COMO LO HAS REDACTADO.
Estoy deseando leer la continuación de a historia.Cuando he leído lo de olor que desprendía la sotana del cura me ha parecido olerla a mi jajaja,estoy deseando leer la siguiente entrada.
ResponderEliminarUn abrazo!.
Muchas gracias a los dos... No os haré esperar... En cuanto caiga un poco el fresquito me pongo a ello. gracias de todo corazón..
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